Otro día para escribir

Hay otra yo que vive en Paris y se viste mas o menos igual, claro que ella tiene las piernas mas lindas porque todos los días va en bicicleta a su trabajo. Ella no estudia y cada vez que tocamos el tema me pregunta qué tal es la universidad, yo le contesto que no es gran cosa pero en el fondo ambas sabemos que es más. Tiene un sentido de humor mas bien negro, en los ratos libres les regala sus escritos a la parejas enamoradas a los pies de la torre Eiffel.

A veces nos comunicamos por vasos plásticos, a ella le gustaría saber como llueve acá, y a mi cómo llueve allá. El problema de los vasos plásticos es que muchas veces los sentimientos llegan amplificados, como una vez que ella no lo estaba pasando bien y yo sentía su angustia como si fuese mía. Por eso ahora buscamos nuevas formas de comunicarnos.

No hay idiomas, ni timidez, ni diferencia de horas ni distancias, lo que nos une es algo más, tan especial que ninguna de las dos ha podido explicar.