sábado, 9 de febrero de 2008

Box 6

Sentía mi estómago como pan amasándose, a pesar de haber vomitado ya un par de veces, sin que las gotitas y pastillas hicieran efecto. Para cuando dejo de doler un poco estaba acostada en una camilla en el box 6 con una aguja gigante en el brazo y las gotitas de suero cayendo gradualmente. Para inyectarme fue todo un show, mientras una tía me levantaba los pies yo me tapaba la cara con el poleron y la enfermera buscaba la venita de la cual sacaría como tres frascos de sangre y luego conectaría el suero. Cuando ya parecía tener un poco de color en las mejillas otra señora me pasó un frasco para echar nada más ni nada menos que mi pipí...creo que es de las cosas mas humillantes que puede haber. Me las ingenié para echar el pipí en el frasco, no fue nada agradable, eso es seguro y le devolví el frasco a la señora para pasar otra hora más acostada en esa camilla esperando que alguien dijera algo.
En el box de al lado había una señora por una picazón de insecto, ella hablaba más de la cuenta (si consideramos que era solo una picazón) mientras yo pensaba en la poca privacidad de esos lugares. Un poco más allá se escuchaban unos ronquidos discontinuados mientras veía pasar a los familiares de la tipa del box frente al mío, se había caído de una escalera y llegó con el pantalón ensangrentado. Sentía que ya empezaba a doler la aguja en mi flacucho brazo, al menos agradecía no haber caído de una escalera y el insoportable dolor que me hizo llegar de urgencia a una clínica ya estaba pasando, ahora sólo quedaba ese mareo, semifrío, semicalor, la tierra da vueeeeltas y vueeeeeltas y las ganas de vomitar se hacen cada vez más presentes. Es increíble todo lo que puedes pensar en aquel hermético lugar, desde darle un posible uso a cada máquina hasta recordar todo el menú que pudo haber conspirado contra el estómago.
A las 2 de la mañana llegó el único doctor a decirme que tenía una dichosa infección, que tomara analgésicos, que comiera porque le hacían falta un par de papas a la cazuela y que fuera a pagar a la caja los exámenes, el suero mágico y la consulta.
Me ofrecieron silla de ruedas para salir del box 6, la rechazé porque ya me sentía mejor y aunque el mundo diera vueltas quería salir con un poco más de dignidad después de haber hecho pipí en un frasco. Salí de aquel pasillo blanco, para terminar frente a una taza de baño vomitando lo que había pensado durante las 2 horas de espera en aquel box 6.

1 comentario:

Ram dijo...

chuata, qué mal. ._.